¿Te levantas sin ganas de ir a trabajar? ¿Sientes desidia en tu puesto de trabajo?
Las personas experimentan diferentes emociones y sentimientos en función de la etapa en la que se encuentren, ya sea a nivel personal como profesional. En algunas ocasiones, ambos ámbitos están ligados. Cuando esto ocurre, nos encontramos ante dos posibilidades: sentir bienestar, o sentir malestar en el puesto de trabajo.
Si se trata de la segunda opción, es preciso parar con el fin de reflexionar y entender la situación. Para ello, es conveniente preguntarse: ¿se debe al salario económico o emocional?
Si sentimos que la cantidad percibida a final de mes es suficiente (salario económico), se pasará a analizar lo que ocurre con el salario emocional. Pero, ¿de qué se trata?
El salario emocional, se refiere a todas aquellas retribuciones no económicas que el trabajador puede obtener de la empresa y cuyo objetivo es incentivar de forma positiva la imagen que tiene sobre su ambiente laboral e incrementar su productividad, así como satisfacer las necesidades personales, familiares o profesionales que manifiesta, mejorando su calidad de vida y fomentando un buen clima organizacional.
Existen diversos tipos de remuneración en este aspecto:
El salario emocional es fundamental para sentir satisfacción en el puesto de trabajo y por tanto en la vida.
Como maestra, me surge la siguiente reflexión… ¿Qué salario emocional ofrecemos a nuestros alumnos? Su salario económico sería el equivalente al aprendizaje, pero ¿qué ocurre con el resto?
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