Los seres humanos poseemos de un gran espíritu aventurero por naturaleza. Y es que cada cambio, por muy pequeño que sea (o eso creamos) conlleva una gran aventura que afrontar y que por supuesto nos moldeará en el sentido más profundo de la palabra.
Salir de la zona de confort no es tarea fácil, bien porque crea inseguridad e incertidumbre, o bien porque nacen en nosotros/as diversas emociones y sentimientos poco agradables como: miedo, tristeza, ansiedad, estrés… Sin embargo, existen momentos en los que ante una novedad nos vemos inmersos/as en una marea de curiosidad y energía . Aunque al poco tiempo esa sensación se esfume. Esto ocurre con los cambios circunstanciales, como: cambiar de casa, de coche, un aumento…
Por otra parte, existen ocasiones en las que el cambio supone realizar un gran esfuerzo a nivel personal. Estos se denominan cambios intencionados. Los efectos son más duraderos y la satisfacción es mayor. Al realizar un cambio intencionado se abre la puerta a un mundo lleno de posibilidades para que ocurran y lleguen a tu vida más cosas nuevas como: viajar, conocer gente nueva, reconocerte, reinvertarte, experimentar una mayor disfrute del día a día…
Te invito a reflexionar, con lo que has leído hasta ahora… ¿Crees que nos aportará una mayor satisfacción realizar cambios circunstanciales o cambios intencionados?
¿Te animas a planificar un cambio intencionado? Para ello, sólo necesitas pensar en un cambio que quieras realizar acorde a tu personalidad, habilidades y valores. A continuación anótalo. Apunta también lo que esperas conseguir con ello y qué necesitas para llevarlo a cabo. Por último…¡toma acción!
Aceptar que los cambios son necesarios es una tarea indispensable que debemos asumir aunque en un inicio no dispongamos de un gran entusiasmo para ello. Cambiar es crecer y evolucionar. Cambiar nos ofrece la oportunidad de convertirnos en una mejor versión de uno/a mismo/a.
Deja una respuesta