El síndrome de Burnout o agotamiento crónico, es un problema ya internacional de salud pública, mental y ocupacional. Afecta a todas las profesiones, pero en especial a los docentes. Se puede definir como un síndrome de inadaptación frente al estrés laboral crónico que se presenta en las personas que están sujetas a condiciones laborales difíciles.
Está estimado que el promedio de vida aproximado varía entre los 50 y los 82 años. Eso hace un total de 30.000 días. Sí, 30.000 días son los que con suerte (y enfatizo “con suerte”) estaremos en la Tierra. Puedes hacer un cálculo para saber los que llevas gastados y restarlos a 30.000 para saber los que te quedan. Sin embargo, lo que realmente importa no es eso, sino: ¿Qué quiero hacer con los días que me quedan? ¿Cómo quiero vivir mi vida?
En primer lugar, es necesario el realizar un trabajo con la mente en sí misma. Y es necesario mirar hacia adentro. Para. Respira. Tómate un tiempo para sentirte y escucharte. Te invito a cambiar los “tengo que” por “quiero hacer”. Los adultos/as tenemos la responsabilidad de plantar las semillas que nos permitan cosechar los frutos de la calma en el futuro.
Hemos hablado en posts anteriores acerca de la famosa cita de Rudolf Dreikurs: “Los niños necesitan aliento como una planta necesita agua”. No podemos olvidar la esencia que subyace a esa cita: los/as adultos/as necesitan en primer lugar estar motivados para motivar, estar cuidados para cuidar. No es fácil sentirse alentado diariamente, puesto que en ocasiones ocurren circunstancias que no podemos evitar, sin embargo, sí podemos controlar cómo reaccionamos a las mismas. Somos el espejo donde ellos/as miran. Cuando tú estés, todo lo demás estará.
¿Qué podemos hacer para cuidarnos y que nuestro cerebro genere dopamina y serotonina para sentirnos bien?
- Pasea/ practica algún deporte. Muévete durante quince minutos al día.
- Mira por la ventana durante 3-5 minutos. Observa el paisaje.
- Agradece antes de irte a dormir y al levantarte cada mañana.
- Trabaja la respiración abdominal. Pon el foco de atención en ella en cualquier momento del día.
- Nuestra calidad de vida, depende de la calidad de nuestros pensamientos. Evita las atmósferas tóxicas.
- Escucha una canción al día que jamás hubieras escuchado.
- Lee un libro al mes (por placer).
- Lee artículos que te interesen (al menos uno a la semana).
- Escucha una buena conferencia (siempre que tengas oportunidad).
- Ver una película (una vez al mes).
- Prueba sabores nuevos, nuestro paladar lo agradecerá (y nuestro cerebro también).
- Practica la escucha activa.
- Dedica tiempo a mirar a los ojos a las personas con las que te cruzas.
- Márcate pequeños objetivos/metas a corto plazo.
- Disfruta cada cosa que haces: darte una ducha, peinarte, prepararte la comida…
- Abraza (que cada abrazo dure al menos 10 segundos).
- Mírate al espejo cada mañana y sonríe.
Realizar estas sencillas pautas es iniciarse en la práctica de quererse a uno/a mismo/a. Provocará que nos sintamos mejor, mostrando a las personas que nos aprenden la importancia del autocuidado. Así, la motivación, las ganas y el aliento se darán de forma natural en nosotros/as mismos/as, proyectando positividad y calma hacia los/as demás. ¿Te animas a cambiar tu calidad de vida?
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