La infancia siempre necesita momentos para descubrir(se), que fomenten su curiosidad y despierten otras áreas que permitan una transformación personal a través del aprendizaje significativo. Éste es un requisito imprescindible para la adolescencia y la etapa adulta. Además, requiere por parte de la persona que diseña espacios y momentos para el aprendizaje, una gran capacidad creativa.
Cuando los niños/as juegan, realizan un gran momento de atención plena, puesto que no juegan con el propósito de obtener algo o conseguir un objetivo en particular tras ello. Los niños/as juegan por jugar, poniendo toda su atención y sentidos en la experiencia. Por este motivo, incluir momentos lúdicos en las sesiones de yoga es asegurar la significatividad, el disfrute, la concentración, la atención, la huella….
En la última sesión realizada, propusimos una técnica que aprendí con el grupo Segni Mossi en una formación que vivencié con ellos. Se trata de convertirnos en espejo de la persona que tenemos en frente, realizando sobre el papel trazos sin intención, dejándonos fluir. La persona que hace de espejo, sin juzgar, sólo tiene que seguir el trazo desde la posición contraria. No importa que la reproducción sea exacta, únicamente se trata de centrar la atención y fluir con el compañero/a.
La experiencia fue muy significativa y positiva. El espacio lo habitaba el silencio y el sonido de los trazos que se iban dibujando en el papel muy lentamente. Les gustó tanto, que estuvieron 15 minutos realizando la práctica ( y tuvimos que cortar porque se acabó la clase).
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