Tras estudios científicos realizados en torno al impacto que tiene la utilización del lenguaje positivo en nuestras vidas, se ha demostrado que el lenguaje influye directamente en nuestra salud; ésta es la tesis sostenida por Luis Castellanos, doctor en Filosofía, experto y pionero en el estudio del llamado lenguaje positivo, el cual «determina el rumbo de nuestro pensamiento, actitud ante la vida e incluso nuestra salud y longevidad» (‘La ciencia del lenguaje positivo‘(Editorial Paidós)).
¿Cómo mejorar la comunicación con una misma y con las personas de nuestro alrededor?
El primer paso para poder llevarlo a cabo es: aprender a escucharse con intención. De esta manera, se aprende a ser consciente de cómo es la forma en la que nos hablamos en cada situación: si es justa, injusta, exigente, compasiva… Puedes incluso tener una hoja de papel o libreta a mano para ir anotando el tipo de situación y la manera de comunciar relacionada: palabras, entonación…
Una vez que seamos conscientes de ello, plantéate: ¿Hay algo que te gustaría cambiar? ¿Con qué tipo de situación se corresponde? ¿Qué te gustaría decirte en su lugar? Siempre pondremos el foco en SOLUCIONES. Ésta es una manera para educar a nuestra mente hacia lo positivo, hacia lo que proporciona bienestar.
¡Comezamos con los tips para poner en práctica!
1. Sé compasiva contiga misma.
Desarrollar una actitud de comprensión profunda hacia unx mismx y hacia lxs demás permite que no nos fustiguemos por equivocarnos y además, adoptaremos una actitud más benevolente y abierta hacia la vida, evitando juicios innecesarios. Escúchate y trátate como tratarías a la persona que más quieres.

2. El error es positivo.
En la sociedad actual, el error es en la mayoría de ocasiones considerado como un aspecto negativo que genera vergüenza, humillación, culpa…Sin error no podríamos aprender ni evolucionar. Afortunadamente, nos equivocaremos el resto de nuestras vidas. Aceptar este hecho, es realmente liberador.

3. Agradece
Ser agradecida en una situación de frustración o ansiedad, provoca que estos estados se apacigüen en un cierto nivel. Cuando agradecemos, se focaliza en los que SÍ SE TIENE. Es esencial para fortalecer relaciones y desarrollar una actitud más positiva ante la vida. Agradece al despertar y antes de dormir.

4. Valida sentimientos y emociones.
Poner nombre a lo que sentimos en cada momento, nos ayuda a afrontarlo, a contenerlo y colocarlo. Busca ejemplos en los que te hayas sentido así anteriormente y revisa las formas en la que lo has solucionado por si te es útil volverlo a aplicar.
Recordarnos que he hemos superado momentos difíciles en el pasado, te empodera en el presente y la forma de hablarte también cambiará.

5. Utiliza ‘Qué’ y ‘Cómo’ en lugar de ‘Por qué’.
Las preguntas que empiezan por ‘¿Por qué…?’, focalizan en el problema y proyectan culpabilidad. Mientras que si la sustituímos por ‘qué’ y ‘cómo’, focalizan en la solución.
Por ejemplo:
-¿Por qué no me has llamado antes? ->¿Qué ha pasado para que no me llamaras?
-¿Porqué has hecho eso? -> ¿Qué crees que puedes hacer para solucionarlo? ¿Cómo actuarías para no volver a repetirlo si te ocurriera de nuevo?

6. En lugar de ‘Pero’ , utilizo ‘Y’.
La conjunción ‘pero’, invalida. Por el contrario, la conjunción ‘y’, aporta y suma.
Por ejemplo:
‘Te quiero mucho pero ….’.-> ‘Te quiero mucho y…..’
El ‘pero’, invalida lo más importante (el mensaje principal), que es transmitir lo mucho que nos importa una persona.
7. Sustituye tu diálogo interno.
– ‘Ojalá lo hubiese hecho diferente’ -> ‘Ya sé qué hacer la próxima vez.’
-‘Ya es demasiado tarde para hacer eso’.-> ‘Este puede ser un buen momento para hacerlo’.
-‘Fue una pésima decisión’-> ‘Me he librado del qué hubiera pasado si…’.
-‘Desearía no haberlo/a conocidco’-> ‘Aprendí algo importante.’

8. Permítete no llegar a todo.
Aceptar esta premisa, influye de forma directa en la frustración que aflora cuando no se llega a todo lo que esperábamos hacer en un mismo día (está muy relacionado con las expectativas personales y/o impuestas laboral o socialmente). Desarrollar la calma y la paciencia en los procesos y rutinas diarias es esencial para no favorecer un cuadro de estrés y ansiedad. La paciencia es la aceptación de que las cosas ocurrirán en un orden diferente al que teníamos previsto. En definitiva, es aceptar el transcurso natural de la vida.
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